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¿Como no amar a Sevilla? ¿Me lo pueden explicar?

Nos enamoramos, de eso hace ya un par de años, me alojaba en Santa Cruz y ella se preparaba para una nueva y concurrida visita. Luego de llegar al hostal –una antigua casa palacio del siglo XVII– dejé mi equipaje en la habitación y salí a la calle, avanzando veloz y sin rumbo desde Corral del Rey hasta Argote de Molina –una sucesión de calles tan estrechas que algunos vecinos conversan de casa a casa, sin casi alzar la voz–, de improviso y tras una esquina, ahí estaba ella, serena y puntual, indicándome con un guiño que ya eran las doce y que hacia siglos que esperaba. Nunca olvidaré como, ni por cuanto tiempo la vi.
–Es a ti a quien quería ver, he venido de muy lejos solo para llamarte guapa, eres más bonita que en las fotos…¡!
Y la miré y caminé, y me celé de todos los turistas que la incordiaban con sus cámaras.
–¡Hoy solo está para mi! ¡Volved con el bullicio y los guías en otra oportunidad!, pues hoy, solo por hoy, me pertenece.
Recuerdo al día siguiente la postal que envié a mi hermana: “He pasado apenas dos días en esta ciudad y sin embargo podría vivir en ella toda mi vida (…)”. Pasó el tiempo y solo quedaron los recuerdos de Santa Cruz, Triana, el Guadalquivir y sevillanas con ojos inmensos que me sonreían al pasar.
Este año la he vuelto a ver y he tenido la fortuna de despertarme cada día a su lado. La palabra “Fortissima” –“Turris Fortissima Nomen Domini” imperativo que increpa en sus cuatro caras– es la señal convenida de que Sevilla y su Giralda siempre estarán allí para mi –“No me ha dejado” (NO8DO)–.
No puedo pedir más, un largo atardecer de terraza blanca, geranios y luz, viendo su fachada. Conversando y tomando vino, tomando vino y conversando –“entra licor y disipa mis pesares”– ha sido lo más cercano a la plena felicidad que se puede concebir.
Sevillla es atemporal, un estado de ánimo que desdobla la luz sobre si y te muestra los colores reales de las cosas con todo su brillo e intensidad. A Sevilla le han escrito y le han cantado, pero esto nunca reflejará lo mucho que te exalta, entusiasma, y hace sentirte vivo. En Sevilla todos son excesos, luz, colores y sentimientos.

La Torre de la Soledad

Conocí a Valerio en 1999, casualmente culminando la lectura de su trilogía Alexandros. He leído la mayoría sus obras. Valerio es insuperable en la novela histórica, casi siempre relacionada con el mundo grecorromano. Posee la ventaja de ser profesor de arqueología clásica en Milán y haber escrito y dirigido documentales sobre el mundo antiguo para la televisión.

Luego de comenzar uno de sus libros, es casi imposible no seguir leyendo hasta culminarlo. Hace poco que leí la "Torre de la Soledad" y pienso que es uno de sus mejores libros. Recuerdo que en alguna entrevista Valerio mencionó que él la consideraba una de sus mejores novelas. Este relato lleno de enigmas, anécdotas y paisajes, gira tangencialmente en torno a la figura de Caín, a quien mencionaré en otro comentario.